1:12 Y me volví para ver de quién era la voz que hablaba conmigo. Y al volverme, vi siete candelabros de oro;

Y me volví para ver de quién era la voz que hablaba conmigo.

Juan, asombrado por el sonido de la voz, se gira para ver quién le habla. ¿Cómo era posible que la voz estuviera detrás de él? ¿Acaso simboliza nuestro deseo carnal de ir en una dirección diferente a la que Dios quiere que vayamos? Para acercarnos a Dios, necesitamos escuchar su voz, dar la vuelta (y dejar atrás nuestros deseos egoístas terrenales) y VER quién habla (Salmo 34:8-14).

Y al volverme, vi siete candelabros de oro;

Estos candeleros se identifican claramente en Apocalipsis 1:20 como las siete iglesias. Con el siete representando la plenitud y el dorado como símbolo de la morada de Dios, esta visión muestra siete iglesias distintas cuyos creyentes están llenos de Dios (1 Corintios 3:16-17).

A primera vista, Juan pudo haber pensado en la Menorá del tabernáculo del Antiguo Testamento (Éxodo 25:31-39), pero la Menorá tiene siete brazos en un solo soporte. Simbólicamente, la Menorá equivale a Israel y, con su único soporte, a la tribu de Leví como sacerdotes de toda la nación. En la visión de Juan, ve candelabros individuales con Jesucristo en medio de ellos (siguiente versículo). El candelabro es solo el soporte de la fuente de luz... la fuente no es otra que Dios mismo (Mateo 5:14-16). Y con la presencia de Cristo en medio, la luz debería brillar con más intensidad a cada instante (Proverbios 4:18).


Bibliografía (en inglés)